Etapas de ingenuidad o
la frescura de una ilusión idílica
Sofía es una canción
idealista, despunta de mis yemas hacia la eternidad.
Hace Gala de simpleza,
y en esa sutileza trenzada su filosofía la compone. Es una muñeca china que
parece nacida y criada en un barrio de tango y de tangas. Como le cabe a una
mujer de barrio que nace criolla para atravesar el mundo y deslumbrarlo. Tiene
conventillo y no se priva de erudición y estilo. Yo la llamé filosa Sofía en un
juego filosófico de anatomía lingüística que componga la filosofía de un barrio
que Cortázar hizo famoso en Francia pero que es argentino.
Mi ingenuidad es
enamorarme de cada musa y partir sin que sepan que las abandono pero no por no
sentir nada por ellas, sino por sentir un todo que podrían romper al no encajar
en la idealización.
Tal vez soy irónico
como lo ha sido la mala vida conmigo. Pero al menos soy alguien irónico con
corazón.
No obstante, escribí
hace años, nada se rompe como un corazón. De algún modo se volvió una canción
en la voz de otra musa.
Todo comenzó al notar
la ausencia de la existencia y/o la escasez de mujeres capaces de emocionase
ante la carga de condiciones que componen las virtudes y el talento cuando se
combinan con el coraje, la honestidad y la valentía. La generosidad y la
belleza perdurable, la que queda para siempre en la retina y en el Universo, el
arte con mayúsculas. Supongo que comencé a crear y perfeccionar cualidades que
jamás practicaron algunas mujeres, y que rellené su incapacidad de enamorarse
del ser auténtico y original portador de cualidades con lo que a muchas de
ellas les falta para ser un ser tan perfectamente bello como ha sido Bukowski
en su senda del perdedor o como lo es el Marqués de Sade en su crítica a la
moral. O como lo es Miguel Hernandez en su valentía romántica antifascista.
Vaya uno a saber
porque les he dado tanto, supongo que porque yo puedo pasar mi vida en la
pobreza de la falta de dinero pero la otra pobreza, la de la abundancia de
dinero y de libertad de expresión al pedo no puede ser justificada sin talento
y sin belleza y entonces los que me roban y que he escrito para ellas y para
otras se hacen pasar por mí y ellas avalan el plagio para también plagiarme
como hizo Tamara y no hizo Sofía.
Es difícil saber
porque en seguida giro mi cuello y me pongo a formar un cuadro militante
femenino, deposito de vuelta mi fe en otra, y siempre espero el milagro de que
sea la mejor versión existente jamás de todo lo que hace décadas nadie aporta.
Después, de vuelta
vuelvo a mi libro, a mis pinturas y a mis documentales. Siempre desilusionado
de mucha gente pero siempre ilusionado de que encontraré mucha otra gente.
Es parte de la inercia o quizás es parte de la superación del desgaste y
de la ingenuidad.
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