sábado, 27 de julio de 2019

CAPÍTULO PRIMERO UN DESCUBRIMIENTO CIENTÍFICO (recordando como Marx le cerró el upite a un anarquista podemos ver qué es ser pannegrista ??? ,)

§ I. OPOSICIÓN ENTRE EL VALOR DE USO Y EL VALOR DE CAMBIO “La capacidad de todos los productos, naturales o industriales, para servir a la subsistencia del hombre recibe la denominación particular de valor de uso; la capacidad que tienen de trocarse unos por otros se llama valor de cambio… ¿Cómo se convierte el valor de uso en valor de cambio?... El origen de la idea del valor (de cambio) no ha sido esclarecido por los economistas con el debido esmero; por eso es necesario que nos detengamos en este punto. Como muchos de los objetos que necesito no se encuentran en la naturaleza sino en cantidad limitada o ni siquiera existen, me veo forzado a contribuir a la producción de lo que me falta, y como yo no puedo producir tantas cosas, propondré a otros hombres, colaboradores míos en funciones diversas, que me cedan una parte de sus productos a cambio del mío”. (Proudhon, t. I, cap. II.) El señor Proudhon se propone explicarnos ante todo la doble naturaleza del valor, “la distinción dentro del valor”, el proceso que convierte el valor de uso en valor de cambio. Tenemos que detenernos con el señor Proudhon en este acto de transubstanciación. He aquí cómo se realiza este acto, según nuestro autor. Gran número de productos no se encuentran en la naturaleza, son obra de la industria. Puesto que las necesidades rebasan la producción espontánea de la naturaleza, el hombre se ve precisado a recurrir a la producción industrial. ¿Qué es esta industria, según la suposición del señor Proudhon? ¿Cuál es su origen? Un hombre solo que necesite gran numero de objetos “no puede producir tantas cosas”. Muchas necesidades a satisfacer suponen muchas cosas a producir: sin producción no hay productos; y muchas cosas a producir suponen la participación de más de un hombre en su producción. Ahora bien, en cuanto admitís que en la producción participa más de un hombre, habéis admitido ya toda una producción basada en la división del trabajo. De este modo, la necesidad, tal como la concibe el señor Proudhon, supone a su vez toda la división del trabajo. Admitiendo la división del trabajo, admitís el intercambio y, en consecuencia, el valor de cambio. Con el mismo derecho se habría podido suponer desde un principio el valor de cambio. Mas el señor Proudhon ha preferido dar vueltas. Sigámosle en todos sus rodeos, que siempre nos han de conducir de nuevo a su punto de partida. Para salir del estado de cosas en que cada uno produce aislado de los demás, y para llegar al cambio, “recurro”, dice el señor Proudhon, “a mis colaboradores en funciones diversas”. Así, pues, yo tengo colaboradores, encargados de funciones diversas, sin que por eso yo y todos los demás, siempre según la suposición del señor Proudhon, dejemos de ser Robinsones aislados y desligados de la sociedad. Los colaboradores y las funciones diversas, la división del trabajo y el cambio que ella implica, surgen como caídos del cielo. Resumamos: yo tengo necesidades fundadas en la división del trabajo y en el intercambio. Suponiendo estas necesidades, el señor Proudhon supone el intercambio y el valor de cambio, cuyo “origen” se propone precisamente “esclarecer con más esmero que los demás economistas”. Karl Marx (1846): Miser1a de la filosofía - Capitulo Primero. http://www.marxists.org/espanol/m-e/1847/miseria/004.htm 2 de 46 16/11/10 16:41 El señor Proudhon habría podido con el mismo derecho invertir el orden de las cosas, sin trastocar con ello la exactitud de sus conclusiones. Para explicar el valor de cambio, hace falta el intercambio. Para explicar el intercambio hace falta la división del trabajo. Para explicar la división del trabajo hacen falta necesidades que requieran la división del trabajo. Para explicar estas necesidades, es menester “suponerlas”, lo que no significa negarlas, contrariamente al primer axioma del prólogo del señor Proudhon: “Suponer a Dios, es negarlo” (Prólogo, pág. 1). ¿Cómo el señor Proudhon, que supone conocida la división del trabajo, explica con ella el valor de cambio, que para él es siempre una incógnita? “Un hombre” se decide a “proponer a otros hombres, colaboradores suyos en funciones diversas”, establecer el intercambio y hacer una distinción entre el valor de uso y el valor de cambio. Aceptando la propuesta de reconocer esta distinción, los colaboradores no han dejado al señor Proudhon otro “cuidado” que consignar el hecho, señalar, “anotar” en su tratado de economía política “el origen de la idea del valor”. Pero lo que debe explicarnos es “el origen” de esta propuesta, decirnos, en suma, como este hombre sólo, este Robinson, tuvo de pronto la idea de hacer “a sus colaboradores” una proposición semejante y cómo estos colaboradores la admitieron sin protesta alguna. El señor Proudhon no entra en estos detalles genealógicos. Simplemente estampa en el hecho del intercambio una especie de sello histórico, presentándolo como una propuesta hecha por una tercera persona con miras a establecer el cambio. He aquí una muestra del, “método histórico y descriptivo” del señor Proudhon, que profesa un desprecio soberbio por el “método histórico y descriptivo” de los Adam Smith y los Ricardo. El intercambio tiene su historia. Ha atravesado diferentes fases. Hubo un tiempo, como, por ejemplo, en la Edad Media, en que no se cambiaba más que lo superfluo, el excedente de la producción sobre el consumo. Hubo luego un tiempo en que no solamente lo superfluo, sino todos los productos, toda la vida industrial pasaron a la esfera del comercio, un tiempo en que la producción entera dependía del cambio. ¿Cómo explicar esta segunda fase del intercambio: el valor de cambio elevado a su segunda potencia? El señor Proudhon tendría una respuesta preparada: Suponed que un hombre “propuso a otros hombres, colaboradores suyos en funciones diversas”, elevar el valor de cambio a su segunda potencia. Por Ultimo, llegó un tiempo en que todo lo que los hombres habían venido considerando como inalienable se hizo objeto de cambio, de trafico y podía enajenarse. Es el tiempo en que incluso las cosas que hasta entonces se transmitían, pero nunca se intercambiaban; se donaban, pero nunca se vendían; se adquirían, pero nunca se compraban: virtud, amor, opinión, ciencia, conciencia, etc., todo, en suma, pasó a la esfera del comercio. Es el Karl Marx (1846): Miser1a de la filosofía - Capitulo Primero. http://www.marxists.org/espanol/m-e/1847/miseria/004.htm 3 de 46 16/11/10 16:41 tiempo de la corrupción general, de la venalidad universal, o, para expresarnos en términos de economía política, el tiempo en que cada cosa, moral o física, convertida en valor de cambio, es llevada al mercado para ser apreciada en su más justo valor. ¿Como explicar esta nueva y última fase del intercambio: el valor de cambio elevado a su tercera potencia? El señor Proudhon tendría una respuesta preparada también para eso: Suponed que una persona “propuso a otras personas, colaboradores suyos en funciones diversas”, hacer de la virtud, del amor, etc., un valor de cambio, elevar el valor de cambio a su tercera y última potencia. Como se ve, “el método histórico y descriptivo” del señor Proudhon es bueno para todo, responde a todo y lo explica todo. En particular cuando se trata de explicar históricamente “el origen de una idea económica”, el señor Proudhon supone a un hombre que propone a otros hombres, colaboradores suyos en funciones diversas, llevar a término este acto de generación, y asunto concluido. A partir de aquí aceptamos “el origen” del valor de cambio como un hecho consumado; ahora no nos resta sino exponer la relación entre el valor de cambio y el valor de uso. Oigamos al señor Proudhon: “Los economistas han puesto de relieve con gran claridad el doble carácter del valor; pero lo que no han esclarecido con la misma nitidez es su naturaleza contradictoria; aquí es donde comienza nuestra critica... No basta haber señalado este asombroso contraste entre el valor de uso y el valor de cambio, contraste en el que los economistas están acostumbrados a no ver sino una cosa muy simple: es preciso mostrar que esta pretendida simplicidad oculta un misterio profundo que tenemos el deber de desentrañar... En términos técnicos, el valor de uso y el valor de cambio están en razón inversa el uno del otro”. Si hemos captado bien el pensamiento del señor Proudhon, he aquí los cuatro puntos que se propone establecer: 1) El valor de uso y el valor de cambio forman “un contraste asombroso”, están en oposición mutua. 2) El valor de uso y el valor de cambio están en razón inversa el uno del otro, se contradicen entre sí. 3) Los economistas no han visto ni conocido la oposición ni la contradicción. 4) La crítica del señor Proudhon comienza por el final. Nosotros también comenzaremos por el final, y para descargar a los economistas de las acusaciones del señor Proudhon dejaremos que hablen dos economistas de bastante relieve. Sismondi: “El comercio ha reducido todas las cosas a la oposición entre el valor de uso y el valor de cambio, etc.” (Etudes [“Estudios”], t. II, pág. Karl Marx (1846): Miser1a de la filosofía - Capitulo Primero. http://www.marxists.org/espanol/m-e/1847/miseria/004.htm 4 de 46 16/11/10 16:41 162, edición de Bruselas.) Lauderdale: “En general, la riqueza nacional (el valor de uso) disminuye a medida que las fortunas individuales se acrecientan por el aumento del valor de cambio; y a medida que estas últimas se reducen por la disminución del valor de cambio, la riqueza nacional aumenta generalmente”. (Recherches sur la nature et l'origine de Ia richesse publique [“Investigaciones sobre la naturaleza y el origen de la riqueza pública”], traducido por Lagentie de Lavaïsse. Paris, 1808 [pág. 33].) Sismondi ha fundado sobre la oposición entre el valor de uso y el valor de cambio su principal doctrina, según la cual la disminución de la renta es proporcional al crecimiento de la producción. Lauderdale ha fundado su sistema sobre la razón inversa de las dos especies de valor, y su doctrina era tan popular en los tiempos de Ricardo, que éste podía hablar de ella como de una cosa generalmente conocida. “Confundiendo las ideas del valor de cambio y de las riquezas ((valor de uso) se ha pretendido aseverar que es posible aumentar las riquezas disminuyendo la cantidad de cosas necesarias, útiles o agradables para la vida”. Ricardo, Principios de economía política, traducidos por Constancio, con notas de J. B. Say. Paris, 1835; t. II, capítulo Sobre el valor y las riquezas.) Vemos que los economistas, antes del señor Proudhon, han “señalado” el misterio profundo de oposición y de contradicción. Veamos ahora cómo el señor Proudhon explica a su vez este misterio después de los economistas. Si la demanda permanece invariable, el valor de cambio de un producto baja a medida que la oferta crece; en otros términos: cuanto mas abundante es un producto en relación a la demanda, más bajo es su valor de cambio o su precio. Viceversa: cuanto mas débil es la oferta en relación a la demanda, más sube el valor de cambio o el precio del producto ofrecido; en otros términos: cuanto más escasean los productos ofrecidos, con respecto a la demanda, más caros son. El valor de cambio de un producto depende de su abundancia o de su escasez, pero siempre con relación a la demanda. Suponed un producto más que raro, único en su género: este producto único será más que abundante, será superfluo, si no es demandado. Por el contrario, suponed un producto multiplicado por millones, y será raro si no basta para satisfacer la demanda, es decir, si está demasiado solicitado. Estas son verdades, diríamos casi banales, pero que hemos tenido que reproducir aquí para hacer comprender los misterios del señor Proudhon. “Así, pues, siguiendo el principio hasta sus últimas consecuencias se llegaría a la conclusión mas lógica del mundo: las cosas cuyo consumo es necesario y cuya cantidad es infinita, no deben valer nada; en cambio, las cosas cuya utilidad es nula y cuya escasez es extrema, deben tener un precio inestimable. Para colmo de males, la práctica no admite estos extremos: de un lado, ningún producto humano puede aumentar jamás en cantidad hasta el infinito; de otro, las cosas más raras deben ser útiles en un cierto grado, sin lo cual no tendrían ningún valor. El valor de uso y el valor de cambio Karl Marx (1846): Miser1a de la filosofía - Capitulo Primero. http://www.marxists.org/espanol/m-e/1847/miseria/004.htm 5 de 46 16/11/10 16:41 están, pues, fatalmente encadenados el uno al otro, si bien por su naturaleza tienden de continuo a excluirse” (t. I, pág. 39). ¿Cuál es el colmo de los males del señor Proudhon? Que ha olvidado simplemente la demanda, y que una cosa no puede ser escasa o abundante sino en tanto en cuanto sea solicitada. Dejando de lado la demanda, identifica el valor de cambio con la escasez y el valor de uso con la abundancia. En efecto, diciendo que las cosas “cuya utilidad es nula y cuya escasez es extrema, tienen un precio inestimable”, afirma simplemente que el valor de cambio no es sino la escasez. “Escasez extrema y utilidad nula”, es escasez pura. “Precio inestimable”, es el maximum del valor de cambio, es el valor de cambio en estado puro. Entre estos dos términos coloca el signo de igualdad. Así, valor de cambio y escasez son dos términos equivalentes. Llegando a estas pretendidas “consecuencias extremas”, el señor Proudhon lleva en efecto hasta el extremo, no las cosas, sino los términos que las expresan, dando así pruebas de tener más capacidad para la retórica que para la lógica. Vuelve a encontrar sus hipótesis primeras en toda su desnudez, cuando cree haber encontrado nuevas consecuencias. Gracias a este mismo procedimiento consigue identificar el valor de uso con la abundancia pura. Después de haber puesto el signo de igualdad entre el valor de cambio y la escasez, entre el valor de uso y la abundancia, el señor Proudhon se asombra de no encontrar ni el valor de uso en la escasez y el valor de cambio, ni el valor de cambio en la abundancia y el valor de uso; y viendo que la practica no admite estos extremos, lo único que le queda es creer en el misterio. Para él existe precio inestimable porque no hay compradores, y no los encontrará jamás, mientras haga abstracción de la demanda. Por otra parte la abundancia del señor Proudhon parece ser una cosa espontánea. Olvida por completo que hay gentes que la producen y que están interesadas en no perder nunca de vista la demanda. Si no, ¿cómo habría podido decir el señor Proudhon que la cosas que son muy útiles deben tener un precio muy bajo o incluso no costar nada? Por el contrario, debería haber llegado a la conclusión de que hace falta restringir la abundancia, la producción de cosas muy útiles, si se quiere elevar su precio, su valor de cambio. Los antiguos viticultores de Francia, solicitando una ley que prohibiera la plantación de nuevas viñas; los holandeses, quemando las especies en Asía y arrancando los claveros en las islas Molucas, querían simplemente reducir la abundancia para alzar el valor de cambio. En el decurso de toda la Edad Media se procedía con arreglo a este mismo principio a limitar por medio de leyes el número de compañeros que podía tener un maestro, y el número de instrumentos que podía emplear (Véase: Anderson, Historia del comercio). Después de haber presentado la abundancia como el valor de uso y la escasez como el valor de cambio —nada más fácil que demostrar que la abundancia y la escasez están en razón inversa—, el señor Proudhon identifica el valor de uso con la oferta y el valor de cambio con la demanda. Para hacer la antitesis aun mas tajante, sustituye los términos poniendo “valor de opinión” en lugar de valor de cambio. De esta suerte, la lucha cambia de terreno, y tenemos de un lado la utilidad (el valor de uso, la oferta) y de otro la opinión (el valor de cambio, la demanda). ¿Quién conciliará estas dos potencias opuestas? ¿Cómo ponerlas de acuerdo? ¿Se puede establecer entre ellas aunque sólo sea un punto de comparación? Karl Marx (1846): Miser1a de la filosofía - Capitulo Primero. http://www.marxists.org/espanol/m-e/1847/miseria/004.htm 6 de 46 16/11/10 16:41 Naturalmente, exclama el señor Proudhon, existe ese punto de comparación: el libre arbitrio. El precio resultante de esta lucha entre la oferta y la demanda, entre la utilidad y la opinión, no será la expresión de la justicia eterna. El señor Proudhon sigue desarrollando esta antítesis: “En mi calidad de comprador libre, soy el árbitro de mi necesidad, el arbitro de la conveniencia del objeto, el arbitro del precio que yo quiero pagar por el. Por otra parte, usted, en su calidad de productor libre, es dueño de los medios de preparación del objeto, y, por consiguiente, tiene la facultad de reducir sus gastos” (t. I, pág. 41). Y como la demanda o el valor de cambio es identificada con la opinión, el señor Proudhon se ve precisado a decir: “Esta demostrado que es el libre arbitrio del hombre el que da lugar a la oposición entre el valor de uso y el valor de cambio. ¿Cómo resolver esta oposición en tanto que subsista el libre arbitrio? ¿Y como sacrificar éste, a menos de sacrificar al hombre?” (t. I, pág. 41). Así, pues, no se puede llegar a ningún resultado. Hay una lucha entre dos potencias, por decirlo así, inconmensurables, entre lo útil y la opinión, entre el comprador libre y el productor libre. Veamos las cosas un poco más de cerca. La oferta no representa exclusivamente la utilidad, la demanda no representa exclusivamente la opinión. ¿Acaso el que demanda no ofrece también un producto cualquiera o el signo representativo de todos los productos, el dinero? Y al ofrecerlo, ¿no representa acaso, según el señor Proudhon, la utilidad o el valor de uso? Por otra parte, ¿acaso el que ofrece no demanda también un producto cualquiera o el signo representativo de todos los productos, el dinero? ¿Y acaso no se transforma así en el representante de la opinión, del valor de opinión o valor de cambio? La demanda es al mismo tiempo una oferta, la oferta es al mismo tiempo una demanda. Así, la antitesis del señor Proudhon, identificando simplemente la oferta y la demanda, la una con la utilidad y la otra con la opinión, no descansa sino sobre una abstracción huera. Lo que el señor Proudhon denomina valor de uso, otros economistas lo llaman con el mismo derecho valor de opinión. Sólo citaremos a Storch (Cours d'economie politique [“Curso de economía política”], París, 1823, págs. 48 y 49). Según Storch, se denominan necesidades las cosas de que sentimos necesidad, y valores las cosas a las que atribuimos valor. La mayoría de las cosas tienen valor únicamente porque satisfacen las necesidades engendradas por la opinión. La opinión sobre nuestras necesidades puede cambiar, Karl Marx (1846): Miser1a de la filosofía - Capitulo Primero. http://www.marxists.org/espanol/m-e/1847/miseria/004.htm 7 de 46 16/11/10 16:41 por lo que la utilidad de las cosas, que no expresa más que una relación entre estas cosas y nuestras necesidades, también puede cambiar. Las propias necesidades naturales cambian continuamente. En efecto, ¡que gran variedad no hábil en los principales artículos alimenticios de los diferentes pueblos! La lucha no se entabla entre la utilidad y la opinión: se entabla entre el valor de cambio que reclama el vendedor y el valor de cambio que ofrece el comprador. El valor de cambio del producto es cada vez la resultante de estas apreciaciones contradictorias. En último análisis, la oferta y la demanda colocan frente a frente la producción y el consumo, Pero la producción y el consumo fundados en intercambios individuales. El producto que se ofrece no es útil en si mismo. Su utilidad la establece el consumidor. Y aun cuando le reconozca la cualidad de ser útil, el producto no representa exclusivamente la utilidad. En el curso de la producción, el producto ha sido cambiado por todo el coste de producción —materias primas, salarios de los obreros, etc.—, cosas todas ellas que son valores de cambio. Por consiguiente, el .producto representa, a los ojos del productor, una suma de valores de cambio. Lo que el productor ofrece no es sólo un objeto útil, sino además y sobre todo un valor de cambio. En cuanto a la demanda, sólo será efectiva a condición de tener a su disposición medios de cambio. Estos medios, a su vez, son productos, valores de cambia. Por tanto, en la oferta y la demanda encontramos, de un lado, un producto que ha costado valores de cambio, y la necesidad de vender; de otro lado, medios que han costado valores de cambio, y el deseo de comprar. El señor Proudhon opone el comprador libre al productor libre. Atribuye al uno y al otro cualidades puramente metafísicas. Esto le hace decir: “Esta demostrado que el libre arbitrio del hombre es el que da lugar a la oposición entre el valor de uso y el valor de cambio”. [I, 41] El productor, desde el momento que ha producido en una sociedad fundada sobre la división del trabajo y sobre el intercambio —y tal es lla hipótesis del señor Proudhon—, esta obligado a vender. El señor Proudhon hace al productor dueño de los medios de producción; pero convendrá con nosotros en que sus medios de producción no dependen del libre arbitrio. Mas aún, estos medios de producción son en gran parte productos que le vienen de fuera, y en la producción moderna no posee ni siquiera la libertad de producir la cantidad que quiera. El grado actual de desarrollo de las fuerzas productivas le obliga a producir en tal o cual escala. El consumidor no es más libre que el productor. Su opinión se basa en sus medios y sus necesidades. Los unos y las otras están determinados por su situación social, la cual depende a su vez de la organización social en su conjunto. Desde luego, el obrero que compra patatas y la concubina que compra encajes, se atienen a su opinión respectiva. Pero la diversidad de sus opiniones se explica por la diferencia de la posición que ocupan en el... 

Continúa la discusión entre seres antropológicente pertenecientes a una civilización anterior a la nuestra jejeje

cosa que vale la pena recordar ,)

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