Autor Ricardo Garavito
DNI 23.968798
Da aguda pena verlas sometidas a sus
familias, padres y hermanos que vigilan sus deseos más íntimos.
Capítulo uno
Los vigiladotes de
conchas que no son libres
Anuladas en la retórica progresista de qué
dirán las compañeras feministas por un lado y el qué dirán los familiares por
el otro, la sociedad de la castración de hombres y de mujeres hace gala de
vigilancia constante. Pero esa vigilancia y esos prejuicios morales de una
cultura invasiva caen con fuerza en personajes puntuales de una sociedad que da
libertades que exceden el marco de los derechos a unos y limita los derechos
legítimos a otros, esa doble vara tiene mucho que ver con todas las demás doble
varas. Se trata del viejo cuento del que tiene el dinero hace lo que quiere
hasta con las obras intelectuales de otro siendo que las mismas dan más dinero
del que jamás hizo nadie a tal punto que se pusieron como decenas de miles de personas
a saquear a quien los incomoda. Y ni siquiera así, ni ridiculizando evitan y
escapan del ridículo que hacen ellos, las partes complotadas.
Un cuerpo de
neofascistas metódicos al que generosamente le llaman juventud idealista los
conformistas del beneplácito longevo que premia lo que compra y vende lo que
roba.
No te preocupes porque se tienen que ir ,)
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