martes, 22 de octubre de 2019

To be continued...


Patologías peligrosas

“Film, radio y semanarios constituyen un sistema. Cada sector esta armonizado en sí y todos entre ellos. Las manifestaciones estéticas, incluso de los opositores políticos, celebran del mismo modo el elogio del ritmo de acero. Los organismos decorativos de las administraciones y las muestras industriales son poco diversas en los países autoritarios y en los demás. Los tersos y colosales palacios que se alzan por todas partes representan la pura racionalidad privada de sentido de los grandes monopolios internacionales a los que tendía ya la libre iniciativa desencadenada, que tiene en cambio sus monumentos en los tétricos edificios de habitación o comerciales de las ciudades desoladas. Ya las casas más viejas cerca de los centros de cemento armado tienen aire de slums y Ios nuevos bungalows marginales a la ciudad cantan ya —como las frágiles construcciones de las ferias internacionales— las loas al progreso técnico, invitando a que se los liquide, tras un rápido uso, como cajas de conserva. Pero los proyectos urbanísticos que deberían perpetuar, en pequeñas habitaciones higiénicas, al individuo como ser independiente, lo someten aun más radicalmente a su antítesis, al poder total del capital. Como los habitantes afluyen a los centros a fin de trabajar y divertirse, en carácter de productores y consumidores, las células edilicias se cristalizan sin solución de continuidad en complejos bien organizados. La unidad visible de macrocosmo y microcosmo ilustra a los hombres sobre el esquema de su civilización: la falsa identidad de universal y particular. Cada civilización de masas en un sistema de economía concentrada es idéntica y su esqueleto —la armadura conceptual fabricada por el sistema— comienza a delinearse. Los dirigentes no están ya tan interesados en esconderla; su autoridad se refuerza en la medida en que es reconocida con mayor brutalidad. Film y radio no tienen ya más necesidad de hacerse pasar por arte. La verdad de que no son mas que negocios les sirve de ideología, que debería legitimar los rechazos que practican deliberadamente. Se autodefinen como industrias y las cifras publicadas de las rentas de sus directores generales quitan toda duda respecto a la necesidad social de sus productos. Quienes tienen intereses en ella gustan explicar la industria cultural en términos tecnológicos. La participación en tal industria de millones de personas impondría métodos de reproducción que a su vez conducen inevitablemente a que, en innumerables lugares, necesidades iguales sean satisfechas por productos standard. E1 contraste técnico entre pocos centros de producción y una recepción difusa exigiría, por la fuerza de las cosas, una organización y una planificación por parte de los detentores. Los clichés habrían surgido en un comienzo de la necesidad de los consumidores: sólo por ello habrían sido aceptados sin oposición. Y en realidad es en este círculo de manipulación y de necesidad donde la unidad del sistema se afianza cada vez más. Pero no se dice que el ambiente en el que la técnica conquista tanto poder sobre la sociedad es el poder de los económicamente más fuertes sobre la sociedad misma. La racionalidad técnica es hoy la racionalidad del dominio mismo. Es el carácter forzado de la sociedad alienada de sí misma.”

  Llegué a casa de Melina con mi mochila al hombro. Me abrió feliz de verme, su rostro poseía un brillo acuático y solar, era lógico, salió de la ducha para atenderme y envuelta en esas batas de tela de toalla. No obstante, sus dientes resplandecían risueños.

Melina –Que bueno que viniste, si querés sentate o preparate algo mientras termino de bañarme.

Me dio un beso y se fue a la ducha. Su cabello estaba mojado. Me fui a la cocina, me abrí una cerveza, me senté en la ventana abierta, encendí un cigarrillo, me puse a beber contemplando el cielo. Como quien mira fijo en un punto con los ojos pensantes. Saqué mi anotador e hice unos apuntes. Y escuché que melina gritaba algo desde el baño.

Melina –¡¿Estás bebiendo cerveza?!
Ricardo –Sí!
Melina –¡¿Me traés a mí también?!

  Llevé un chopp para ella y el mío seguía en mi mano, tenía mi cigarrillo en el lado torcido de mi boca y ni bien corrí la cortina Melina con el rostro lleno de espuma se limpiaba y tomó su chopp y bebió refrescándose. El baño tenía bastante vapor, por lo cual era lógico que ella desease algo fresco. Después me arrojó espuma en mi rostro truncando la brasa de mi cigarrillo. Se reía. Le arrojé agua fría y gritó y se reía. Me lanzó agua tibia con la manguera-ducha y mojó mi ropa, seguimos jugando a la guerra del agua y del jabón hasta que terminamos garchando en la bañera. Uve que poner toda mi ropa a lavar. Y a secar. Terminamos en la cama escuchando Pink Floyd. Fumando y bebiendo. Jugando bajo las sábanas.
  Emergimos al mundo luego de varias horas.
Nos pusimos a fumar boca arriba.

Melina –¿En qué pensas?
Ricardo –En patologías criminales, salud y periodismo de investigación
Melina –¿Qué estas pensando?
Ricardo –Tengo un recurrente pensamiento que nace de diferentes hechos y períodos históricos conexos. No puedo omitir a Freud ni a las mujeres castradoras y represivas obesas. Por sus patologías de torturadoras y de envidiosas, por su odio recalcitrante a las estéticas del placer ajeno a ellas.
Melina –Suena complicado.
Ricardo –Es bastante intrincado.
Melina –Yo tenía en último año de secundaria, hace mucho que no me acordaba de ello, tenía una maestra obesa, era maestra de contabilidad. Siempre me trataba mal, le molestaba mi falda corta, si me encontraba en el pasillo con algún chico me solía mortificar al respecto y siempre tenía un enfoque clásico de la economía. Era gorda como Bimbo Godoy y hablaba siempre mal de los hombres, se la daba de feminista también.
Ricardo –Te voy a contar algo que yo recuerdo. Las gordas son parte de la envidia al pene y del sadismo dentario, castradoras castradas que encuentran su virilidad castrando a otras y que sienten placer regresivo al cagar.
Melina –Jejejejeje por eso le decíamos gorda de mierda desde la sabiduría popular.
Ricardo –Es probable dado que las interacciones sociales siempre son un ida y vuelta en cierto punto. Al menos la mayoría. Freud no omitía mencionar un chiste respecto de las tres taréas imposibles existentes: educar; curar y gobernar.
Melina –Jejejeje
Ricardo –Laplanché y Pontalis decían allá lejos y hace “Tempo Giardinelli”: Soltá un pelota en un tren andando y es relativo que entiendas la teoría de la relatividad.
Melina –¿Eso decían?
Ricardo –No preciosa, Mempo Giardinelli es un abogado y escritor kirchnerista crítico, la teoría de la relatividad es de Einstein…
Melina –Ya lo sé.
Ricardo –Y la crítica al tren bala es un tratado sobre la incoherencia administrativa que llega a su Julio De Vido Tempo jejeje
Melina –Contame en serio lo que me ibas a decir.
Ricardo –Laplanche y Pontalis dicen en Verleugnug (desmentida o renegación): “Término utilizado por Freud en un sentido específico: modo de defensa consistente en que el sujeto rehúsa reconocer la realidad de una percepción traumatizante, principalmente la ausencia de pene en la mujer. El síndrome de corte de la cola de pescado donde la mujer se vuelve obesa para repeler a los hombres ysu envidia hacia otras mujeres la lleva a castrar relaciones de placer ajenas a su perversión.
Melina –La verdad que la gorda esa ocupaba un lugar de poder en mi vida y era un frígida hija de puta. Envidiosa y jodida.
Ricardo –Es un poco más complejo que eso pero nunca confíes en una mujer gorda que no desea adelgazar, es un texto que te va a demostrar varias cosas perceptibles. Lleno de ironías escribo con humor sobre varios temas oscuros. Un día te lo paso para que lo leas.


Debo agregar que jamás me enamoraré de una de esas gordas pero tampoco voy a decir que toda ironía tiene altura  ;)


Anarkopelotudos feministas caminan delante de mí, ¿cómo tener la cabeza completamente hueca y ser funcional a toda la derecha, no compraste el manual del anarkopelotudo? Compralo boluda ,)
Estás operando mal anarkopelotudo ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario